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Un mes después de celebrado el día del árbol podemos estar orgullosos de haber tenido únicamente dos bajas, el albaricoque de quinto de primaria y la higuera de segundo de infantil. Lo sentimos mucho por Antonio Custodio y por Nani, los profes respectivos, y por los niños de cada curso. El año que viene los repondremos. Pero lo importante es que hay siete árboles más en el patio del cole, siete frutales, que se suman a la lista de árboles que ya existían, de los cuales vamos a hablar un poco.
Hay en total 32 grandes árboles en el colegio, la mayoría situados en su perímetro, más tres pequeños arbolillos en la entrada, un magnolio y dos aligustres. Casi todos son foráneos, es decir proceden de los que trajeron los exploradores españoles de otros continentes y que poco a poco se han generalizado en los jardines. Solo tres de las de las diez especies de árboles existentes son autóctonas y por estas empezaremos.
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En primer lugar citaremos a los fresnos de hoja ancha situados en la parte de atrás del colegio. Este fresno es una especie propia de zonas húmedas como los Pirineos o las regiones cantábricas. Por tanto necesita un suelo profundo que acumule suficiente humedad y zonas no muy soleadas. Tiene la hoja más grande que el fresno de hoja estrecha, que sí que es de nuestra zona y crece junto a otros árboles de ribera como los chopos. Una característica típica de los fresnos son sus semillas voladoras, con forma de ala de helicóptero, que le permiten desplazarse con un ligero soplo del viento lejos de los árboles padres, evitando así su competencia. Entre las filas de fresnos, existe un almez. Este es otro árbol de ribera característico de nuestra región. Le podemos diferenciar de los fresnos que le rodean por su fruto verdoso de forma esférica, algo más grande que un guisante. Este árbol se adapta bien a vivir en jardines y paseos, siempre que el suelo no sea muy seco. Parece que el almez, también llamado lodón, era mucho más abundante en el pasado, como muestra el nombre del municipio madrileño de Torrelodones, donde hoy apenas quedan unos pocos árboles de esta especie.
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También hay dos ejemplares de chopos uno en el centro del cole, entre las clases de primaria y el edificio de dirección y otro cerca de la valla. Se trata de chopos blancos y, el localizado en el centro del cole, debe ser uno de los árboles más conocidos del colegio por su impresionante tronco, de corteza gris plateada, que se alarga por encima de los tejados del cole.
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Dentro de los grandes árboles que sombrean el patio del colegio existen cinco especies extranjeras procedentes, la mayoría de ellas, del continente asiático. El gran árbol situado entre la salida de infantil y la parte trasera del edificio de dirección es un cinamomo, agriaz o árbol santo, que por todos estos nombres se le conoce. Es un árbol procedente del sur y este de Asia. Puede diferenciarse de los otros árboles por sus pequeñas flores azuladas, que se pueden ver ahora mismo, y los frutos del tamaño de una uva que crecen en grandes racimos y se vuelven amarillentos al madurar. Otro árbol muy fácil de distinguir es el ciruelo rojo, ciruelo de Japón o cerezo de jardín, una de las pocas especies de árboles de hojas rojas que podemos ver en nuestros jardines. Procede del oeste de Asia y del Cáucaso. El ejemplar existente en el colegio se sitúa a la entrada de las clases de primaria. Los árboles que hay junto a la valla, a ambos lados de la puerta principal, son acacias del Japón, también llamada árbol de las pagodas. A pesar de su nombre es originaria de China y Corea. Se caracteriza por sus pequeñas flores blancas y un fruto en forma de legumbre carnosa, abultada alrededor de cada semilla. También hay un gran olmo siberiano, tras el edificio del comedor. Esta especie, nativa del este de Siberia, India, Irán, es muy parecida a nuestro olmo autóctono, pero de hojas algo más pequeñas y claras, ramas largas y flexibles y tronco a veces muy rugoso. Entre las curiosidades biológicas de este árbol está el que le salen antes las flores y frutos que las hojas. Acabamos esta lista de árboles con el plátano de sombra, o plátano de paseo, del que hay dos pequeños ejemplares tras las clases de infantil y otros dos junto a la valla. Es uno de los árboles más típicos para sombrear calles y paseos, lo que le ha valido sus apelativos. Parece que proviene del cruce entre Platanus orientalis, nativo del suroeste de Asia, y Platanus occidentalis, nativo de la zona atlántica de Estados Unidos. Aparte de sus grandes hojas palmeadas se caracteriza por unos frutos en forma de bola de dos a tres centímetros de diámetro, colgantes de un largo pedúnculo.
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Tenemos por tanto un importante patrimonio natural en nuestro patio. Los árboles proporcionan gran cantidad de beneficios, como se recordó en el colegio cuando se realizó el día del árbol:
mejora del ambiente (sombra, oxígeno, humedad…).
productos aprovechables (alimentos y otros recursos).
refugios para la fauna (aves, insectos, reptiles…), etc.
Pero, además, los árboles han acompañado a la especie humana en su largo recorrido, desde que nuestros antepasados primitivos se aventuraron en campo abierto erguidos sobre dos piernas y buscaban alimento y refugio en los árboles, hasta la actualidad, en la cual seguimos venerando a los árboles. En este sentido son también parte de nuestra cultura. En muchas ocasiones los árboles han sido sacralizados, como dos de los mencionados atrás (el árbol de las pagodas y el árbol santo) o como los que nuestros antepasados celtas y celtíberos adoraban. Entre ellos los robles, las encinas o los pinos. Árboles relacionados con cultos religiosos paganos que posteriormente fueron incorporados a la religión cristiana, en la que abundan los santos relacionados con los árboles, como la Virgen de la Encina, patrona de Hoyo de Manzanares o la Virgen del Roble, patrona de Cenicientos.
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Finalizamos estos comentarios informando a padres y profes que, desde el AMPA, queremos seguir proponiendo y promoviendo actividades que tengan que ver con el medioambiente para que nuestros chavales conozcan mejor su entorno, lo respeten, lo entiendan, lo valoren cada vez más y se implique en su conservación. También para que se sientan parte de él, de esta naturaleza que nos lleva acompañando en nuestra Tierra cientos de miles de años.
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Escrito por: Fernando Pardo Navarro
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